Comunicación, debate y producción cultural. Entrevista con Francisco Santucho.

27.12.2021

Por Alfredo A. Díaz*

Revista Tóxicxs N°6, diciembre 2021. 

Francisco René Santucho nacido y criado en calle Gaucho A. Rivero en el barrio Congreso, ciudad capital de Santiago del Estero, un 19 de agosto del año 1975.
Francisco René Santucho nacido y criado en calle Gaucho A. Rivero en el barrio Congreso, ciudad capital de Santiago del Estero, un 19 de agosto del año 1975.
Alfredo: Antes de partir de preguntas preconcebidas, de intuiciones personales, me gustaría preguntarte algo concreto a raíz de tu vasta actividad tanto como editor, escritor, gran lector, gestor cultural, librero e incluso como militante: ¿cómo te percibes?, ¿a qué zona te sentís más convocado, con qué te identificas?   

Francisco: Antes que nada, gracias por el interés en mi persona para la entrevista, esto, en primer lugar me sorprende, y en segundo, me halaga enormemente. Al mismo tiempo, siento y creo que hay un exceso de valoración en la manera de presentarme.

Siempre he sentido, o al menos desde que he comenzado a vincularme con la actividad política a través de organismos de derechos humanos, que la tarea que desarrollo es parte y es una forma de asumir una militancia. Para enlazar con la pregunta, considero que lo de militante es lo que ha tomado centralidad en mi manera de transitar cada actividad emprendida. Desde HIJOS, pasando luego por una organización de DDHH Checkas Causacunap, y en espacios como la librería y el Espacio Cultural Dimensión, hasta la actualidad con el proyecto Cultura del Bajo Pueblo y revista La Minka. Me siento un militante de la cultura, porque es el lugar desde donde me permito abordar lo político. Son esas zonas que aportan otros registros, otros aspectos y sensibilidades para pensar lo político.


Alfredo: En este sentido ¿cómo definirías (si fuera válida algún tipo de definición al respecto) la militancia, o ser un militante de la cultura? ¿Y concretamente, cómo pensás que se articulan tus actividades como gestor cultural con lo político?


Francisco: Creo que la militancia asume una forma, la de concebir conductas de vida que no debieran disociarse de las acciones en la cotidianeidad. Un militante político, en el lugar donde sea que se desarrolla está produciendo acciones políticas.

La cultura, creo, sobre todo la cultura popular, es donde se ve más nítidamente a los nuevos emergentes sociales que conforman parte de los procesos políticos transformadores. Es decir, situarse desde otro ángulo, desde otras sensibilidades para pensar lo político. Rodolfo Kusch escribía en relación a un pensamiento americano, que "hay áreas que una excesiva colonización nos ha suprimido", por lo tanto retomar aspectos de nuestro pensar que se encuentran en el subsuelo social (y aquí entra entonces la cultura popular como expresión de eso subterráneo) es un camino para poder recobrar entonces una política real desde una perspectiva americana.

La gestión de actividades culturales está enlazada a lo político, hay una articulación que se da naturalmente. Desde el momento que uno piensa en una actividad y la planifica, por ejemplo desde Cultura Del Bajo Pueblo pensamos la presentación de un libro, ya hay un hecho político que deviene luego en la acción política, la de conversar, debatir, pensar en torno al contenido del libro e interpelar a partir de la organización de esa acción que supone la presentación de tal o cual libro. En tiempos en los que el neoliberalismo pulveriza todo en términos de derechos del campo popular, a partir de la creación de sentido en el campo de la subjetividad, entender el rol de la cultura como un frente de lucha en el que se disputa la subjetividad, requiere de actividades/acciones culturales/políticas.


Alfredo: Lo que me dices me hace pensar en el proyecto literario y editorial que con Rocío Villa llevamos adelante desde 2019 (Tóxicxs) y en el ambiente poco propicio -al menos esta es mi percepción desde cierto registro de la cultura local- para pensar la escena cultural como un campo de tensiones permanentes, en donde subjetividades, vidas sociales y poéticas disputan lugares, roles, lógicas, maneras de hacer, pensar y concebir. Interesante esta dinámica inerme que huele a herencia, a la de la mala, claro; una suerte de incapacidad intelectual para desmenuzar ciertas prácticas históricas, el realismo capitalista del que habla Mark Fisher. Pero ahí viene entonces Cultura del Bajo Pueblo y tantas otras propuestas que arrojan algo de luz en todo esto, y pienso que no es para nada un dato de color que se trate de propuestas que surgen por fuera de las instituciones de formación.

Para retomar, cuando dices: "pensar en torno al contenido del libro e interpelar a partir de la organización de esa acción que supone la presentación de tal o cual libro". ¿Pensás que detrás de Cultura del Bajo Pueblo, más allá de su discurso tan necesario, hay un tipo de estética (subterránea) que está operando y que contribuye a que el proyecto asuma unas características bien definidas?


Francisco: Creo que Cultura del Bajo Pueblo es un espacio incipiente desde luego, que se para sobre interrogantes, sobre dudas de qué hacer, cómo, desde dónde, etc. Preguntas que intentan búsquedas de formas de pensar el arte, la cultura y pensar la política desde un lugar no hegemónico o dicho de otro modo, no concebido como objetos de consumo para saciar las imposiciones del mercado. Pues estas son imposiciones que obturan la creatividad, la imaginación en el arte y vuelven conservadora o burocrática una manera de concebir la política. Planteos como estos son los que nos han permitido pensar también una publicación que reúna lo que podamos producir, que nos incite a producciones propias a partir de una actividad. Vuelvo sobre el ejemplo de la presentación de un libro. La actividad, entonces, contempla una dinámica integral artística a partir del libro, con música en vivo, exposición de fotografías, o de pinturas o dibujos, o cerámicas, la danza, proyecciones, etc. Hay un sentido a interpelarnos, a salirnos del anclaje consumidores-espectadores y entender a la cultura en su dimensión social y política.


"... entender el rol de la cultura como un frente de lucha en el que se disputa la subjetividad..." 


Porque podemos pensarnos por fuera de las hegemonías, es imperativo hacerlo, lejos de las lógicas que clausuran otras formas del pensar. Crear, crear y crear, implica el rompimiento de la unidimensionalidad del pensamiento.

Mencionas el "Realismo capitalista", el diagnóstico que allí se hace de estos tiempos, que hace Fisher, desde luego nos abarca, y la referencia a la cita "es más fácil imaginar un fin del mundo que un fin del capitalismo" es también una síntesis de la atmósfera que se vive. Aunque hoy se vislumbran algunos nuevos impulsos de alternativas por fuera del liberalismo económico y político. Orientaciones que contemplan otras formas de conocer el mundo y actuar en él, por fuera de los paradigmas universalizantes.

Por eso, el otro lado me resulta interesante, más atractivo y estimulador. En ese sentido hacemos una revista, La Minka. Arte y política, que preferimos hacerla en papel. Por lo tanto nos cuesta un poco en esta actualidad pandémica, debido a las limitaciones a las que nos vemos sometidos. Sabemos que su interés no es masivo, pero nos interesa en el sentido de su rol, que interpele con los interrogantes que nos hacemos y poder desplegarlos.

Respecto de tu pregunta sobre la estética, creo, se va definiendo. Establecimos algunos criterios, que las imágenes que habiten la revista no sean solo ilustraciones para los textos. La intención es que una imagen sea leída como se leen los demás textos, porque carga en sí su propio lenguaje, porque tienen un valor por sí misma, tienen su autonomía dada por lxs autores al momento de la producción, con lo cual la imagen, sea dibujo, fotografía, etc., dice, expresa, se manifiesta en su condición estética con su propio lenguaje. Y no que un dibujo se subordine silenciosamente, por decirlo de algún modo, al texto. Lógicamente guardan una relación, pero no de subordinación. Bueno, esto porque el autor o la autora también tienen un proceso de pensar al momento de la creación.

Por otro lado los textos que van a conformar la publicación, pretendemos tengan otros registros, quizás otros enfoques, diseccionar cierta información y no reproducirla. Leer los sucesos políticos, sociales y culturales, desde otro ángulo y desplegar un modo crítico. Creo que hay una estética que ciertamente opera de modo subterráneo, que tiene que ver con la forma de pensar y sentir sin negacionismos en el sentido histórico, sin la "negación del pensamiento popular" a las que refería la tésis Kuscheana.


Alfredo: Me entusiasma la dinámica que está tomando esta entrevista, hay un continuo imprevisto de ideas muy interesantes que, según me da la impresión, darían para otros encuentros (virtuales) de este tipo. Mientras escribo esto me cruzo con estas líneas: "Una revista, un libro, una publicación cualquiera; sobre todo una revista, es, habiendo sinceridad, una prolongación hacia afuera, una exteriorización más o menos fiel, de la personalidad de sus gestores" (Dimensión. Año I. Enero de 1956).

Ya que mencionas a La Minka, me gustaría que me comentes un poco sobre sus integrantes, cómo se da el trabajo en equipo y la correspondiente selección del material a publicar.


"Hay un sentido a interpelarnos, a salirnos del anclaje consumidores-espectadores y entender a la cultura en su dimensión social y política".


Francisco: Que bueno, Alfredo, que te resulte interesante lo que pueda contarte de esta experiencia que transitamos junto a Luciana Cano, artífice también de Cultura del Bajo Pueblo y generadora de ideas que luego materializamos en actividades.

En cuanto a tu pregunta, la idea de una publicación aparece a poco de andar con el proyecto CdBP y las actividades que veníamos desarrollando. Las que consistían, básicamente, en difundir libros que nos interesaban por lo que pudiera generar en tanto interpelación a nuestro pasado y, por supuesto, al presente. Más allá de lo que habitualmente se hace por medio de las redes digitales, como la difusión, comentar los contenidos, etc., nos parecía mejor hacerlo alentando la interacción en redes sociales humanas. Siempre la planificación giraba en torno a reunir en una jornada cultural de presentación de libro a distintas personas que expongan sus expresiones artísticas y que estas se vincularan entre sí. Lo que dialoga, la coexistencia de esas variadas expresiones en un mismo espacio físico, genera una atmósfera movilizadora, inquietante, creadora. Allí, podríamos ubicar como el punto cero, la idea de una revista como instrumento de comunicación, de debate y de producción cultural. Otro impulso también lo da, el considerar que los textos producidos y que se desprenden de la lectura de las obras a presentar, y el modo en que ésta nos convoca a la reflexión, son también un impulso para la elaboración de escritos propios. A partir de activar esos estímulos, nos interesaba además, que tuvieran esos nuevos textos otros rebotes, pudiendo ampliar los alcances, más allá de quienes hubieran presenciado el evento. Pero también, la idea que nuestras opiniones llegaran a otrxs lectorxs, y que estas siguieran generando nuevas reflexiones cuando la actividad hubiera terminado; es algo que nos parecía muy importante. En principio la intención era que no se perdieran esas producciones y continuaran circulando como artículos volantes, quizás tipo folletos, algo impreso y muy sencillo, para que alguien más pudiera leerlos y nos comentara sus apreciaciones, como quien prolongar una conversación luego de finalizada la presentación. Entonces pensamos que esos debates puede sostenerlos, en términos de temporalidad, una publicación. En ese tránsito, ya como parte del proceso de pensar el diseño se ha ido modificando también las pretensiones del formato. Ya descartamos lo de hojita impresa y va tomando otras definiciones, más concretas, como que sea una revista, impresa en papel, en dimensiones de a4 doblada al medio, que tenga un lugar destacado la gráfica, y finalmente que se llame La Minka y que contenga temas de arte y política. Más o menos así ha sido la secuencia de surgimiento de la revista.

La Minka N°2. Director: Francisco Santucho. Equipo editorial. Luciana Cano, Silvia Liliana Starchi, César Roldán, Marcelo More, Manuel Álvarez, Ángel Pallares.
La Minka N°2. Director: Francisco Santucho. Equipo editorial. Luciana Cano, Silvia Liliana Starchi, César Roldán, Marcelo More, Manuel Álvarez, Ángel Pallares.


"Crear, crear y crear, implica el rompimiento de la unidimensionalidad del pensamiento".

En esas redes humanas vamos conectándonos con personas con las que de alguna manera nos acompañan historias comunes de militancia política y amistad. A su vez cuentan ellxs con sus propios proyectos, como el caso de Alejandro More y Alejandro Álvarez que llevan adelante Proyecto Huauque, grupo de música folclórica y latinoamericana, y también lxs compañerxs Silvia Starcich y Ariel Roldán, que apasionadamente investigan, indagan y difunden la cultura de nuestra región. Esas distintas perspectivas de pensar el arte, la cultura y la política, se cruzan y ensamblan en la propuesta de La Minka. Esos rasgos se encuentran en sus páginas. Los contenidos van surgiendo en dirección a un criterio, a una premisa, como decimos en el editorial del primer número: "que aporten a la construcción de otros sentidos y aborden aspectos para un pensar emancipatorio".




*1992 (Santiago del Estero). Escritor, ilustrador y coeditor de 

Tóxicxs (revista digital y editorial artesanal). Autor de (R)Escritura (2021). 

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